El sábado 16 Revisor Montevideo (*) organizó una visita guiada a la exposición  100 años Deutscher Werkbund 1907-2007 en el MNAV. Tuve el placer de comentar la exposición junto a un profesor que admiro, y que siempre he disfrutado mucho como alumno, el Arquitecto Mariano Arana.

La recorrida fue una estupenda oportunidad para repasar conceptos y volver a estudiar la “genealogía” de esta profesión que ejercemos.  A mi me sirvió para repasar lecturas a las que tengo mucho cariño y hacía años no releía. Me sirvió para volver a ver la exposición con otros ojos y para poner en valor muchas cosas que a menudo vivimos en el desarrollo de esta disciplina en construcción.  Asistió mucha gente más de la que yo me imaginaba  y que amablemente nos acompañó por cerca de dos horas de repasos por las ideas  y la producción de  un siglo en Alemania.

Además de obligarme a repasar los libros que mencionaba, esta oportunidad me hizo volver sobre las cosas que hago todos los días o que intento hacer. Desde nuestras primeras conversaciones con quienes fueran grandes maestros para mi como el arquitecto Leonel Oronoz o Carlos Luciardi, y que luego confirmaría con Gui Bonsiepe, tengo claro que no es posible ser diseñador sin diseñar el diseño. Más aún en países periféricos como el nuestro,  el desafío de desarrollar una carrera individual va da de la mano con el esfuerzo para desarrollar de una disciplina de cuyo potencial la sociedad generalmente es ajena.

Prácticamente ningún país desarrolló su diseño sin una política pública sostenida de apoyo al sector.

El Werkbund generó modelos de intervención en política pública al tiempo que sus actores desarrollaban producción ejemplar de diseño, muchas veces subvencionados o directamente contratados por él.

Si usted cayó aquí y no sabe que es el Werkbund, le diremos que es una asociación entre industriales, el estado, arquitectos y diseñadores (en esa época no se los denominaba así) artistas y publicistas alemana que contribuyó a determinar en buena medida la nueva arquitectura y el diseño, sobrevivió dos guerras y siguió trabajando por casi un siglo. El objetivo de esta organización más allá de los directamente expresados por su lado mas “artístico” eran poner a funcionar y  la máquina industrial alemana que para 1907, fecha de la fundación del Werkbund necesitaba demostrar que podía ser poderosa que la inglesa pero a la vez dar los mas avanzados productos con el fin de ganar mercados. A veces se dan esos momentos en la historia en que los astros se alinean y este interés que podría no haber dejado productos culturalmente sofisticados y ricos dio soporte a un pensamiento y una acción que terminaron por influenciar e incidir en prácticamente toda la producción industrial del mundo.

El esquema de colaboración público privado con las patas de artesanía, industria, pensamiento y diseño fue copiado innumerables veces, incluso existía antes de esta experiencia. Quizás lo que diferencia tan fuertemente a ésta de otras que le siguieron o le antecedieron es que no fue solamente el ejercicio voluntartista de un grupo de artistas y algún industrial “culto” o un funcionario de turno. Tuvo un gran respaldo del gobierno y del sector industrial y por gran respaldo hablamos de dinero. Las exposiciones del Werkbund fueron para la arquitectura laboratorios a cielo abierto donde los mas radicales arquitectos podían proponer nuevos conceptos de vivienda, instalaciones industriales y concepciones de urbanismo.  La intervención del Arquitecto Peter Beherns para la AEG alimentada por este espíritu fue la primera experiencia unificada de diseño, arquitectura y comunicación. Eso que hoy hace tan bien Apple y nos parece tan natural.  Todo eso fue fruto de una política de estado.

Hubo una vez un estado que decidió invertir  fuertemente, y hacer a los industriales colaborar con ello, en la búsqueda de “la forma” para la tecnología del futuro. Y lo encontraron. Tan política de estado fue que la institución siguió marcando agenda hasta fines del siglo XX y en 1959 en un congreso ponía el énfasis en la destrucción del medio ambiente.

En general en los cursos de historia del arte, de la arquitectura o el diseño se destaca la importancia del Werkbund a principios del SXX con sus exposiciones y su enfoque ligado a alcanzar un lenguaje nuevo y unificar el pensamiento en torno a la modernidad. Se la destaca como antecedente del Bauhaus, pero también es destacable y quizás menos conocida la influencia que tuvo su concepto de la “Buena Forma” en todo el diseño de segunda mitad del siglo XX. Para fines de los 50 el Werkbund distribuía en las escuelas e instituciones de la sociedad civil unas cajas con objetos y textos donde se explicaban las ventajas de un “buen” diseño. En ellas se enumeraban características y se enseñaba al público a hacer un consumo mas racional y eficiente. Se plantearon premios anuales de diseño y en ellos se destacaba la mejor producción Alemana. Este espíritu “evangelizador” ha merecido muchísimas críticas y varias humoradas, pero no puede negarse la influencia que ha tenido en la formación de generaciones enteras de una sociedad que se relaciona naturalmente con el diseño.

Estas experiencias no demoraron en reflejarse en nuestro cosmopolita Río de la Plata y surgieron tanto en Uruguay como en Argentina asociaciones de industriales, arquitectos y artistas con la intención de educar sobre la buena forma y las virtudes del diseño para el producto, tanto para el consumidor como para el industrial.

En Uruguay este esfuerzo estuvo liderado por el CIDI que, a semejanza de su par argentino, intentaba traer a estos lares las virtudes de la producción con diseño. Desarrollaron productos, programas televisivos, exposiciones y cursos. Pero como decía anteriormente estos sólo contaron con apoyos esporádicos de algún actor del estado influenciado por su personal afición por el tema.

Quizás este sea el punto que me resulta más interesante destacar, en Uruguay sigue siendo muy dificil, a pesar de tratarse de un país con una fuerte impronta estatal, decir que el diseño necesita de inversión pública y privada sostenida para alcanzar un desarrollo que realmente impacte en la producción y en la calidad de vida de la gente.

El viernes anterior había participado en la presentación de las publicaciones que daban cierre a la actividad del PACC.  El PACC fue un programa que desarrolló una política de clusters que permitió mejorar la competitividad de varios sectores, entre ellos el diseño.  Recuerdo aún hoy las discusiones con los actores públicos en las que decíamos que prácticamente ningún país desarrolló su diseño sin una política pública sostenida de promoción.

El cluster de diseño ha intentado mantener cerca a los distintos actores que hacen al diseño, en una misma mesa se sentaron durante 4 años actores del sector público y privado a discutir como mejorar la inserción del diseño en nuestro entorno para poder lograr que nuestro diseño sea atractivo para otros mercados, para ver como levantar la calidad y alcanzar nuevos objetivos. No es ni será el Werkbund, pero por un momento me gustaría pensar que este esfuerzo que se termina no deje a los actores públicos fuera del compromiso y que se vea claramente que con una bajísima inversión(**), el sector diseño ha podido levantarse y ser modelo para muchos, vía de desarrollo para empresas formadas mayoritariamente por jóvenes, que invierten mucho en innovación. Pero que por la escala y la naturaleza de nuestros sectores productivos aún necesita apoyo para lograr transformar a este país en un referente de diseño y quizás algún día ser un gran exportador de ideas. El proceso del PACC y en particular el de diseño ha sido profundamente innovador, es referencia y caso de estudio, sería bueno no perder continuidad en estas políticas.

Los procesos sociales llevan su tiempo. Anotábamos en la charla que en 1845 Henry Cole había empezado en Inglaterra el esfuerzo por educar a los consumidores en “la unión del mejor arte con la manufactura” y que eso, que duró escasos 5 o 6 años, fue retomado 100 años después por el Werkbund que lo aplicó a escala masiva con su caja del Werkbund y llegó a fines de los 60 al Río de la Plata para inspirar a los miembros del CIDI a formar una asociación que premiara el buen diseño.  Ojalá que el proceso que empezó con el PACC y nos permitió llegar a donde estamos se transforme en una decidida política y quizás en otros 100 años alguien se siente a escribir no ya para decir que sería bueno contar con una política sostenida  sino para evaluar los  frutos de este esfuerzo.


Alvaro Heinzen 2014


 

(*) Revisor Montevideo es un programa de la comisión de cultura del Centro de Estudiantes de Arquitectura Video

(**) La inversión realizada por el programa PACC en el conglomerado de diseño totalizó 232.000 dólares en un período de 6 años.  38.000 dólares por año.  Fuente: Rius Andrés e Isabella Fernando, Instituto de Economía,  UdelaR, Una memoria analítica del Programa deCompetitividad de Conglomerados y Cadenas Productivas 2006-2014, Montevideo, Uruguay, Junio 2014, Oficina de Planeamiento y Presupuesto Presidencia de la República Oriental del Uruguay.
Los resultados alcanzados con esta baja inversión han sido posibles por el altísimo compromiso de los funcionarios involucrados desde el programa,  la directiva y funcionarios de la CDU.

Un agradecimiento a Ramiro Rodriguez Barilari quien confió en mi como expositor para esta actividad y lo propuso al grupo. También a todos los que votaron para que un diseñador diera una visión sobre el tema.

Fotografía: Fabián Bía

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